12 enero 2018

El presente es nuestro

 Por: Hostos Rizik Lugo
 
En la República Dominicana hemos visto el interés que ha despertado en los jóvenes la participación en los espacios de poder, insistiendo en exigir que se asegure un relevo generacional de manera inmediata.
La participación activa de los jóvenes en todos los aspectos relacionados con la política (elegir, ser elegidos, participar en sus respectivos comités, movimientos, militar en partidos, entre otros) es una prioridad que debemos impulsar y por la que vale la pena que trabajemos juntos todos los actores sociales.

Examinemos las cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), las cuales indican que la población joven del país (edades comprendidas entre los 15 y los 35 años) ascendía a 3,430,901 personas, representando el 34% del total de 10,496,535 dominicanos: 1,716,644 mujeres y 1,714,257 hombres, y que en su mayoría tienen edades comprendidas entre los 15 y 19 años con 949,228; seguido por los de 20 a 24 años que suman 908,335; luego están los que cuentan entre 25 y 29 que suman 830,004 y por último están los de 30 a 34 que ascienden a 743,334. Los jóvenes menores de 35 años representan apenas un 3% en el Congreso Nacional de la República Dominicana y el 1,9% de los congresistas del mundo.

Sin embargo, ese sector participa a menudo en funciones centrales y catalizadoras en los movimientos por la democracia internacional, y está más comprometido que las generaciones mayores en el voto y el activismo partidista. En conjunto, estas tendencias han inspirado a muchas organizaciones internacionales a estudiar la falta de participación política de los jóvenes y a capacitar a los activistas juveniles para que se conviertan en líderes políticos. Analizando la realidad dominicana, es normalmente aceptado que los jóvenes sean tomados en cuenta únicamente para las pretensiones electorales de candidatos que por décadas han dominado el escenario electoral, pero son excluidos como figuras a considerar en posiciones de poder.

La política tradicional suele considerarse como un espacio para hombres con trayectoria y los jóvenes son sistemáticamente marginados debido a su corta edad, oportunidades limitadas y supuesta falta de experiencia. Es evidente que la participación política de los jóvenes va más allá de simplemente hacer acto de presencia; es intervenir, incidir y construir de manera activa junto al liderazgo actual una realidad nacional acorde con las necesidades y expectativas de todos los dominicanos. No es, no debe ser una minoría pasiva la de los jóvenes dominicanos. Pueden y deben participar. Deben votar, deben debatir y proponer ideas.

La capacidad electoral les otorga opción tangible de ser protagonistas en la elección de los responsables políticos. Con estudio y preparación pueden elevar el nivel de exigencia pública a los gobernantes y ser también copartícipes del manejo de las administraciones. Un liderazgo político renovado con una nueva visión sería una gran noticia para RD, porque el presente es nuestro, y es ahora.
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